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PASTORAL

EL VALOR DE LA VERDAD
CURSO 2024-25

“Educar en los valores de la solidaridad, la honradez, la verdad y el servicio, en un mundo injusto y desigual…”
Carácter Propio FESB, Pág. 9

Santa Magdalena Sofía vivió una situación análoga a la nuestra. Según ella: “sin valores humanos no hay persona cabal ni vida interior válida”. “El desarrollo de la interioridad, que es el hábito del corazón, hará a la persona vigorosa y madura”. Y para forjar la interioridad, elige el camino de la formación en valores, unos valores que cada persona posee en germen y que la educación lleva a su plenitud. Al trabajar cada uno de los valores de nuestro itinerario lo hacemos desde el Evangelio, aprendemos de los gestos y palabras de Jesús cómo ser testigos de su amor que libera a través de todas nuestras relaciones.

En este curso 2024-25 vamos a trabajar en todos los colegios de la fundación el valor de la verdad con el lema: Déjate ver. El documento que nos guía cada año es el Itinerario de Valores de la FESB y sobre la verdad afirma:
Educar en la verdad es acompañar a nuestros alumnos en su camino de ir siendo cada vez más auténticos, de ser ellos mismos, de responsabilizarse de su vida y de su actuar, de vivir la honradez. Cuando trabajamos este valor crecemos en congruencia con nuestras palabras y responsabilidad en nuestro actuar.
Es un valor y una búsqueda constante en la vida. Este valor nos posibilita vincularnos a otros desde la confianza y el respeto y generar en nuestro entorno y en nuestro mundo redes de relaciones basadas en esa misma actitud. La base de cualquier vínculo humano sostenible en el tiempo es la confianza.
El sueño de Magdalena Sofía que hoy es el nuestro es que “cada persona se abra a la verdad, al amor y a la libertad”. “Sé tú mismo”, diría Janet Stuart.

Déjate ver, una oportunidad para crecer en autenticidad

Este curso se abre ante nosotros como una buena oportunidad para crecer en autenticidad, como comunidades educativas de la Fundación. Pero, ¿cómo nos acercamos a este valor tan esencial hoy en día?
Lo hacemos dentro del proceso de estos últimos años. Hace dos cursos trabajamos el respeto a la vida y a la dignidad de las personas. El respeto es el fundamento a partir del cual otros valores se desarrollan, adquieren su sentido y su significado más pleno.
La educación ha de permitir a nuestros alumnos llegar a ser personas conscientes de su propio valor y del valor de los demás. Y desde ahí, desde el respeto a la dignidad personal, podremos reflexionar sobre la verdad más real y honda de cada uno, pudiendo entonces trabajar en la construcción de un mundo más justo y más humano.
Educar en la verdad es educar en el respeto por lo real. Nuestra palabra dice verdad cuando se ajusta objetivamente a la realidad, a la experiencia descrita o expresada.
Cuando la verdad se hace cargo de la realidad más honda que nos constituye, vivimos en congruencia. Verdad, pensamiento y palabra se armonizan siendo sinceros con los demás y con nosotros mismos.
Conocer la realidad desde una mirada profunda y crítica nos ayudará a desenmascarar también las situaciones que provocan la desigualdad, la injusticia y la pobreza de nuestro mundo. Hemos de partir de la realidad para transformarla (línea de fuerza 1) y así trabajar contra las injusticias, construyendo interrelaciones pacíficas y protegiendo la casa común.
El curso pasado trabajamos la escucha. Y así cantamos y, sobre todo, practicamos nuestro lema: somos todo oídos.
Solo juntos podremos buscar la verdad, en el diálogo, en la conversación reposada o en la discusión apasionada. Es un camino perseverante, hecho también de silencios y de sufrimientos, capaz de recoger con paciencia la larga experiencia de las personas y de los pueblos. (Francisco FT,50).
Educar a nuestros alumnos en la verdad significa acompañarlos, desde una escucha honda y acogida total, para que ellos mismos puedan llegar a ser agentes de su propio crecimiento en un clima de responsabilidad y libertad (línea de fuerza 2). Creemos que cada persona es única a los ojos de Dios, por eso, en nuestro modo de educar partimos de la certeza de que cada persona es única y eso implica poner al alumno en el centro de nuestra actuación y disponernos a escucharlos.
Así, el respeto a la dignidad de las personas y la escucha son valores que posibilitan vincularnos unos a otros desde la confianza y la honradez y generan en nuestro entorno y en nuestro mundo redes de relaciones basadas en esas mismas actitudes.

El dinamismo hacia la verdad es básico para ser personas y para poder vivir en grupo, en familia, en equipo de trabajo, en sociedad. Sin un consenso honesto hacia la verdad, la vida es invivible porque la desconfianza y la sospecha se instalan y corroen la médula de nuestras relaciones interpersonales. Por eso creemos que la base de cualquier vínculo humano sostenible en el tiempo es la confianza. Y la confianza se sostiene en la verdad.
Solo en el encuentro con los otros podremos reconocer a fondo nuestra propia verdad (Francisco, FT 87).
Como docentes, el seguimiento personal a nuestros alumnos (línea de fuerza 3) implica un acompañamiento cercano que, desde el respeto y la confianza, busca la verdad de cada persona, dejando a cada una ser ella misma, creyendo en una escuela que se adapta a cada uno de sus alumnos porque cree profundamente en ellos.
Educar en la verdad es equipar a nuestros alumnos con las herramientas que van a necesitar para que sepan juzgar con sentido crítico, siendo capaces de pensar, reflexionar y juzgar críticamente (línea de fuerza 4). Y esto hoy, es una urgencia. Vivimos un momento en el que la verdad es un valor devaluado. Resulta difícil desentrañar la verdad.
Escuchamos versiones opuestas de unos mismos hechos… se oye aquella frase de “no hay hechos, solo interpretaciones” y con ello se trata de justificar un subjetivismo a ultranza.
Parece que la verdad está oculta unas veces, y en una atalaya, otras, desde donde se sitúan algunos para llevarnos, en aras de la verdad, a enfrentamientos, bloqueos, violencia y guerras. Una verdad “enlatada” puede volvernos rígidos e impedirnos buscar la verdad.
Esa verdad divide, polariza y no conlleva discernimiento, sentido crítico, búsqueda honesta.
En nuestros colegios queremos generar un clima de lealtad y seriedad, respeto al otro, a sus ideas y a su expresión y eso está basado en trabajar desde la verdad para generar una confianza mutua entre toda la comunidad educativa. (línea de fuerza 5) porque ser verdaderos es ser justos, vivir en la verdad es abrirnos ante el otro ofreciéndole de verdad un corazón justo y sincero.

Francisco nos recuerda que “la verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia. Las tres son esenciales para construir la paz y, por otra parte, cada una de ellas impide que las otras sean alteradas” (FT, 227).
Así buscamos una verdad juntos y eso implica respeto, escucha, acogida del otro, humildad. Esta búsqueda de la verdad nos abre al diálogo entre las distintas religiones también. “Las distintas religiones, a partir de la valoración de cada persona humana como criatura llamada a ser hijo de Dios, ofrecen un aporte valioso para la construcción de la fraternidad y para la defensa de la justicia en la sociedad. El diálogo entre personas de distintas religiones no se hace meramente por diplomacia, amabilidad o tolerancia. Como enseñaron los obispos de India el objetivo del diálogo es establecer amistad, paz, armonía y compartir valores y experiencias morales y espirituales en un espíritu de verdad y amor”. (FT,271).
Unido a toda esta reflexión sobre este valor, vivimos el desafío de una realidad donde la verdad está cuestionada, donde el empleo de bulos y la difusión de mentiras y engaños nos pueden llegar a hacer creer que es imposible conocer la verdad. Parece que hay una desconexión con la realidad y demasiada gente está dispuesta a creer cualquier cosa contra sus adversarios. Parece que hemos perdido el sentido crítico y el relativismo lo invade todo. Y con eso, la inteligencia artificial abre nuevos retos a la verdad.
Como creyentes, acoger en nosotros a Jesús nos lleva hacia la verdad. Y no estamos hablando de una simple sinceridad o de una verdad filosófica. Hablamos de la verdad que comunica Jesús, la verdad del Evangelio. Una verdad que es Buena Noticia, en la que la persona es lo primero y la misericordia la forma de mirar al otro y a la realidad.
Y eso significa trabajar el amor a la verdad. Implica acompañar a nuestros alumnos en un camino hacia la madurez que les ayudará a vivir un dinamismo de libertad. “La verdad os hará libres”. Caminar abiertos hacia la verdad de Jesús, esa verdad que Él comunica en sus palabras y gestos auténticos que provoca seguimiento. La verdad del Evangelio produce confianza, es apoyo implica actitudes de fidelidad, respeto, sinceridad, justicia.
La raíz y el horizonte de nuestro proyecto educativo de la FESB se encuentran en el Evangelio. Por eso todo lo que hacemos en nuestros centros debe ser buena noticia para nuestra comunidad educativa: la metodología, la organización, las relaciones nuestras celebraciones y fiestas… todo está impregnado de un talante evangelizador que es responsabilidad de todos los educadores del centro. La educación integral desde la apertura al Dios de Jesús es todo un reto y un camino de crecimiento humano y de compromiso con la paz, la justicia y la integridad de la creación. (línea de fuerza 6). Desde esta línea de fuerza queremos que el trabajo del valor de la verdad impregne lo que hagamos en nuestros centros durante todo el próximo curso.

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ORACIÓN DEL DÍA

Puedes consultarlas en la página web de la Fundación Educativa Sofía Barat a través de este enlace.